viernes, 7 de octubre de 2016

Anécdotas

Ya ha pasado más de un mes desde que llegué a Canadá y desde que estoy aquí muchos días han dado de que hablar, mejor dicho de qué reírse, con la inestimable ayuda de mi torpeza y de que algunas veces soy más tonto que donde los hacen.
Los primeros días ves que aquí las cosas no son como en España y te das cuenta cuando el primer día al desayunar abres el microondas, con ciertos problemas eso sí ya que yo buscaba un saliente y resultaba que se abría con un botón, y lo ves lleno de pan bimbo, al mismo tiempo que te miran con cara entre curiosos y divertidos cuando tú lo único que quieres es calentar la leche. Y es que, en efecto, aunque las temperaturas en invierno pueden alcanzar los 40 grados bajo cero, aquí lo normal es no calentar la leche. Conclusión: me he acostumbrado a tomar la leche fría y ahora pienso que es hasta mejor, mirándolo por el lado bueno, se ahorra energía.
Pero eso no es lo único, desde que te llama la atención cualquier cosa, como que las cisternas de los retretes sean distintas o que puedas comprar más de 10 tipos distintos de lays en el super hasta que en el instituto también te sorprendas. No, no estoy hablando de las famosas taquillas que se ven en todas las pelis de Hollywood sino de "la hora de las galletas". Ese momento en el que sin venir a cuento, alguien saca una bolsa de plástico llena de galletas en medio del clase y yendo uno por uno nos va dando nuestra respectiva galleta y todos tan felices comiendo entre horas.
Luego, además de las personas, la naturaleza también pone de su parte, y es que, un día saliendo de casa para ir al instituto nos encontramos un conejo, se puede hasta entender ya que no es una ciudad como tal donde vivo, hasta que un día de esta semana, a mitad de camino, te encuentres en la otra acera una cierva con dos cervatillos pastando en el jardín delantero de una casa cualquiera como si eso fuera lo más normal del mundo.
Y para acabar, como no, tenía que haber liado alguna, y aunque todo sea diferente yo sigo siendo igual de tonto, o en este caso ciego. Y no, no me refiero a mi serio problema de no diferenciar las palabras tirar y empujar en cualquier puerta, eso ya venía de nacimiento y lo tengo asumido, sino al extraño caso de la mayonesa escondida a simple vista. Esto me pasó antes de ayer cenando, yo quería echar mayonesa a mi cena, y antes de empezar a poner la mesa la saqué del frigo y la puse JUSTO EN FRENTE DE MI PLATO, de forma que no tenía ni que levantarme de la silla para coger el bote. Fui a echarme la comida y al volver a la mesa la mayonesa había desaparecido, busqué en la mesa y no estaba, volví al frigo y obviamente tampoco estaba ya que la había sacado antes, en este momento piensas en que te puedes estar gastando una broma, y preguntas si alguien ha visto la mayonesa, a la cual no te responden porque están empezando a reírse, obviamente el bote estaba donde lo había puesto y todos lo veían menos yo. Tras pasar otra vez la mirada por la mesa y seguir sin ver el bote, me vuelvo a levantar al frigo ya pensando en voz alta en español mientras los demás se ríen de como me estaba implosionando el cerebro. Este momento acabó cuando mi hermano Nik, casi llorando de la risa cogió el bote de la mesa enseñándomelo mientras a mi se me quedaba cara de tonto.
Y estas cosas, ya sean diferencias, o simples tonterías que me ha dado por contar, hay que tomárselas con buen humor y si la vida te da limones, o en este caso(aunque muy al final) mayonesa, lo mejor es hacerse una ensaladilla que está muy rica.


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